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20 Agosto, 2020

El día que mi hija me dijo que quería ser CEO

Por: María Paulina del Castillo
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Estamos en el año 2020, y uno creería que la equidad de género ya es un tema resuelto, que tanto hombres como mujeres tienen las mismas oportunidades laborales y económicas y que ya no deberíamos estar hablando de esto. Sin embargo, la realidad es otra. Cuando vemos las cifras de mujeres en posiciones de liderazgo en el mundo, no alcanzan el 30 por ciento1; mujeres CEO para Latinoamérica, las cifras no superan el 23 por ciento, y para Colombia, según el Ranking PAR de Aequales Latam 2019, llegamos a un 27 por ciento. Muchos dirían que eso no está mal, que ya hemos venido avanzando, pero desafortunadamente los números no se mueven a la velocidad que esperamos. Según el World Economic Forum (2020), nos tomará 257 años llegar a la equidad de género en términos de oportunidades económicas y laborales, es decir que hombres y mujeres ganen lo mismo por realizar las mismas funciones, que tengamos paridad en posiciones de liderazgo y que haya una inclusión equitativa en el mercado laboral. Aún estamos lejos de esto, y por eso es clave seguir poniendo la conversación sobre la mesa, porque todavía hay mucho por hacer. Y no quiero esperar tanto para que a mi hija le toque más ‘fácil’.

Emilia tiene ocho años, y por eso desde que empecé a trabajar en pro de la equidad de género en el ámbito corporativo le hablo de lo importante que es cuestionarse lo que desde siempre nos han dicho, que hay unas cosas para hombres y otras para mujeres. Y es que si no empezamos desde muy pequeños a tumbar esas creencias y esos imaginarios preconstruidos alrededor del género y de las posibilidades que tienen tanto niños como niñas para hacer lo que quieran, este trabajo por la equidad de género va a ser mucho más difícil. Cuando mi hija tenía tres años le conté que había ido al banco para crear una cuenta para asegurar sus estudios. Ella me respondió de la manera más sincera y real, lo que para mí fue como una puñalada en el corazón: que yo no tenía que preocuparme por eso, pues ella iba a ser princesa. Esa respuesta me hizo pensar mucho en el trabajo adicional que debemos hacer con niños y niñas, pues si en un hogar donde se habla de esto de manera constante y abierta pasa esto, no me puedo imaginar en los hogares donde estos temas ni siquiera se tratan. Hablar de esto me ha permitido darle a mi hija cada vez más herramientas para que vea la vida de otra manera, para que verdaderamente cuando escoja lo haga de manera libre y que nada le quede pequeño.


Fuente: El Tiempo. 20 de agosto 2020 , 09:36 a. m.

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