Resiliencia para un crecimiento sostenible e inclusivo
La resiliencia debe entenderse como la capacidad de hacer frente a la adversidad, resistir los impactos y adaptarse y acelerar continuamente a medida que surgen disrupciones y crisis a lo largo del tiempo.
Desde el comienzo del milenio, las sociedades, las economías y la Tierra misma han estado sometidas a disrupciones cada vez más frecuentes y graves. Cada una de ellas evoluciona de forma diferente a las demás, pero muchas disrupciones tienen consecuencias superpuestas que pueden ser de larga duración y no se comprenden por completo en el momento del impacto. Las disrupciones no son nuevas, y las sociedades han desarrollado formas sofisticadas de gestionarlas, utilizando instituciones para crear estabilidad frente a eventos extremos.
Hoy, el mundo está acosado por varias crisis de importancia global. La invasión rusa de Ucrania ha precipitado una tragedia humanitaria con consecuencias sociales y económicas de gran alcance. La crisis de refugiados derivada de esta guerra amplifica la atención sobre una crisis de refugiados más amplia que afecta a decenas de millones de personas en todo el mundo. Las repercusiones económicas y humanitarias del aumento de los costos de la energía y los alimentos también se están intensificando. La guerra en Ucrania ha conmocionado a un mundo cansado y dañado por la pandemia de la COVID-19. El virus se ha cobrado más de seis millones de vidas y, en abril de 2022, sigue causando miles de muertes cada día.
Además, el contexto en el que se producen estas disrupciones es una crisis climática siempre presente, cuya mitigación efectiva requerirá una transición global hacia una economía baja en carbono. Los desplazamientos humanos y el costo económico que esto conlleva podrían convertirse en disruptores de proporciones históricas por derecho propio.
La era actual se define cada vez más por la interacción de disrupciones complejas, con sus orígenes dispares y sus consecuencias a largo plazo. Las instituciones no están totalmente preparadas para la nueva realidad y, a menudo, reaccionan por separado a cada disrupción.
Esta posición es insostenible y las organizaciones están descubriendo que sus prácticas actuales de gestión de riesgos deben evolucionar para adaptarse a este nuevo entorno. Los líderes señalan ahora a la resiliencia como la condición esencial. ¿Cómo pueden las organizaciones de los sectores público y privado llegar a una postura resiliente, alertas a lo que se avecina, listas para resistir los impactos y acelerar hacia la próxima realidad? La resiliencia se ha descrito como la capacidad de recuperarse rápidamente, pero la recuperación por sí sola no es un objetivo adecuado. Las organizaciones verdaderamente resilientes se recuperan mejor e incluso prosperan.
Angela Samper, Miembro de Women In Connection.
Columna publicada originalmente en El Tiempo.