Perro que ladra sí muerde
Era frecuente escuchar a los seguidores de Trump decir que no nos fijáramos tanto en lo que decía, sino en lo que hacía; queriendo decir algo así como que “perro que ladra no muerde”. Jamás imaginaron que sus palabras terminaran promoviendo la violenta arremetida contra el Capitolio la semana pasada. En efecto, algunos de sus seguidores más recalcitrantes tomaron sus palabras literalmente cuando dijo: “Increíble por lo que tenemos que pasar, y tener que hacer que nuestra gente luche. Si ellos no luchan, tenemos que eliminar a los que no luchan”. Entonces pidió “luchar como en el infierno”, porque si no, “ya no van a tener país”. Anteriormente, Rudy Giuliani, el abogado personal de Trump, dijo a los mismos asistentes que las disputas electorales debían resolverse mediante el “combate”.
Sin duda, debe recaer sobre Trump gran parte de la responsabilidad de lo sucedido, y debe pagar por ello ante la justicia federal. En ningún caso se debe ‘pasar la página’ para no ahondar en la polarización que vive el país, como pretenden algunos republicanos, o defender que las responsabilidades son individuales y que por ello solo deben pagar quienes irrumpieron en el Capitolio. No, no es así. Las palabras, y sobre todo las del presidente de los EE. UU., tienen un enorme poder e influyen sobre sus seguidores.